El Tiempo no existe

Y al despertar me embargaba un sentimiento de incertidumbre, una duda que iba más allá de mi capacidad de entendimiento. Miré el reloj, las seis y cuarenta y cinco. De pronto tuve la sensación de flotar en un espacio etéreo, sin respiración, sin latidos, una mueca (cómica, podría decirse) y un gesto taciturno.
Tuve la necesidad de volver a observar el despertador mientras éste chillaba las seis y cuarenta y siete como desafiándome a que inicie de una vez mi día poniendo un pie fuera de la cama.
Entonces eché un vistazo al reloj-pulsera que descansaba sobre la mesa. ¡Tamaña sorpresa me llevé al descifrar las agujas! Indicaban las seis y cuarenta y cinco socarronamente, con un aire irónico que rara vez he visto en esos aparatejos.
Decidí dejarme estar un rato más, echado, fisicamente apacible; aunque una idea extraña resonaba en mi cabeza. Imaginé a dos hombres relatándole a un tercero su encuentro en una esquina cualquiera donde mantuvieron una conversación acerca de algo que no supe definir, problemas familiares, tal vez, o el precio del combustible, sinceramente no viene al caso. A lo que realmente dí importancia fue al hecho de que ambos tipos no lograban ponerse de acuerdo con respecto a la hora en que dicho encuentro se produjo, alegando uno haber llegado a la esquina a las tres de la tarde mientras que el otro estaba completamente seguro de haber llegado a las tres y dos minutos. Todo este planteo matemático no tiene otro sentido que demostrar que el campo semántico del hombre delimita el universo, nombramos para existir y para eso hace falta una variable importantísima: la convencionalidad. Estos dos hombres no logran llegar a una conclusión común, no hay consenso por lo tanto en este caso particular hay dos realidades que se ponen en juego, la realidad del tipo de las tres de la tarde y la del fulano de las tres y dos minutos. Ahora bien, la situación vivida es la misma, ambos estuvieron ahí, ambos hablaron de las mismas cosas, pero la percepción del tiempo varió, quiere decir que lo que tomamos por realidad no es otra cosa que el mismo consenso que utilizamos para definir la misma. Para redondear diré, que si ambos estuvieron en el mismo sitio viviendo, aparentemente, la misma realidad pero con dos minutos de diferencia, significa que éstos en definitiva no existieron, el hombre los borró de la línea del tiempo.
Lo que me pregunto ahora es si es posible llegar a eliminar por completo la percepción del tiempo.
Me levanto y cepillo mis dientes ayer cuando me vestía en 1997 y desayunaré tostadas con café, quizá logre descifrar algo más o quizá sólo me dedique a dar cuerda mi propio reloj y seguir envejeciendo como todos las demás personas que lograron llegar a un consenso.



[Miguel Parra]
[06-Junio-2006]


[Punto y Coma]

De Poemas despertistas a su alcance


Buen día, deme un saco y un trilegal; si sostiene un fruto seco al sol empapará su sombrero; ningún gorila toma en serio a su bíscuit; cada cierto tiempo siento deseos de incluir puntos suspensivos a mi dieta; usted nunca se entera cuando su mujer lo engaña; mejor ponga un disco de Youth Of Today en el microondas; arrojesé contra la pared; recuerde que ya no es joven enimor; tengo un picazón en el horno, listo para salir de parranda; cualquier asco, cualquier vivienda, cualquier sacrificio; para reclamos consultar directamente con un especialista; ahora mire su botamanga; aquella canción nunca fue suya verdaderamente; ni sus pulgas ni su papelón en la verdulería ni su rostro pata ´e gayo cada mañana; ahora aclare todo acto acaecido antes de ayer; porque sin duda más de tres muchachos tienen frío esta noche; en los pies armados de LeMonDiplomatic; en los gruesos ojos oscuros por la nicotina; agarre por Corrientes; explique un Obelisco; sin orden alfabético; siento un presente escuálido; futuro un siento; derramesé aquí de convencionalidad; sientasé liberado; seré curioso, usted disculpe el atrevimiento; ¿de qué color era el pasto de su jardin cuando siete era una buena edad para dialogar con los yuyos?; ¿alguna vez sintió su peste cercana a la de otro trecópata?; hagamé el favor de no decirme; sentíamos que podíamos cambiar el mundo; hagamé el favor.


[Miguel Parra]
[08-Noviembre-2006]


[Prostitución]

De Poemas despertistas a su alcance


Esta pelvis macanea
un evribadi en su piel
y su fragancia cualquierista
supone un trato conveniente,

a ver si me dedico a cosas más importantes
que duchar un rulo
en agua tibia con sal
y le presto más atención a cuanto me rodea.

Tal vez un Cuánto Cuesta
se transforme en un Te Quiero.


[Miguel Parra]
[30-Octubre-2006]


[Domingo por la mañana]

De Poemas despertistas a su alcance


Es una simple canallada
descubrir una miga de pan
durmiendo sobre la calvicie de Pol Macarni
asi que dulcificate un poco, querida,
sabés que nadie pretende ser un hombre-morsa
y si llevo tus tetas en mi billetera
es por algo más que caridad.

Entonces, si ves un submarino por la mañana
se debe a mi debilidad por las margaritas
y a que todos los transeúntes
tienen un trastorno en la mesita de luz

pero nuestra alfombra permanecerá
cubierta de polvo
siempre y cuando no recuerdes
que ciertos criminales son héroes
y ciertos personajes
esnobean ocultos en el imaginario popular.


[Miguel Parra]
[30-Octubre-2006]


[El alambrado]

De Poemas despertistas a su alcance


I.

Y si me encuentro casualmente con un cerco de Alambre
lo miro directamente a los ojos de encierro cuadriculado,
la angustia se acopla perfecta, enriquecida
porque ningún niño podrá correr-juego-sonrisa
y ningún gato se acostará a ronronear sensualmente con
el cariñoso sol de la media-tarde.


II.

Lo más descarnado, lo a simple vista feroz
y altamente entierro de arbustos y paisajes
aparece inofensivo
para que usted no se entrometa
para que usted no sea ningún coliflor
ni espina dorsal ni mamarracho infantil.
Entonces aguarde un momento
antes de encender su pipa
y, si es tan amable, cambie aquellos lentes de verano
por unos de contacto (con lo circundante).


III.

Usted bien sabe que nada es gratuito
¿y a qué se debe?
¿Acaso usted respira para satisfacer a su patrón?
¿Cuál es el sentido de cobrarle por ladrido a los perros?
Incluso yo bien sé que no existe el sin cargo
¿cómo no saberlo si hasta mis recuerdos he tenido que hipotecar?
En pos de un abogado todas mis travesuras juveniles.


IV.

Pero ha llegado el momento de comentarle, si es que me permite,
que no es bueno para su salud
obligarse a observar el alambrado
sin opción o múltiple-chois,
sin posibilidad de avanzar ni retroceder; sin salida.
Ha llegado el momento de increparlo
¿cuál es el problema con el mamarracho?
¿Por qué la negación automática para con el despiplume?
Entonces me veo también en el compromiso
de instarlo a tomar la pinza y trocketear desenfrenadamente
hasta conseguir inflar los pulmones con oxígeno
y caminar por la senda peatonal
o tal vez brincar una-dos veces.

[Miguel Parra]
[28-Octubre-2006]



Caminata

Sabés, hay más vidas desnutridas
que dólares en mi bolsillo.
Sabés, siento que esta noche
me vestiré de negro fluorescente
y saldré a caminar por los empedrados
sortilegios de la ciudad.

A cada paso veré cientos de rostros consumidos:
asesinos, parturientas sin hogar, borrachos,
niños indigentes, clochards, un par de zapatos sin lustre.
Y mientras los mosquitos hacen su trabajo
yo penaré al igual que los demacrados del barrio.


[Miguel Parra]
[No recuerdo la fecha, 2006 quizá]

En cada bocanada

Mañana, al amanecer, regaré mis plantas
henchidas de pena y otras sustancias
igualmente asquerosas,
buscaré en mi saco otro Marlboro
y daré mecha a mi vacío
en cada bocanada de horrible vida.


[Miguel Parra]
[Algún día allá por 2006]

Un trozo de Otoño

Mi cara es texturada
lo supiste ayer, la palpaste.
¿Fumaste Parisienne, francesita escotada?
Yo me senté en el charco
empapándome los poros
con mugrientos escozores.
Una hoja, un trozo de otoño
suelta su precaria silueta
sobre la hembra con gabardina,
con aires de renovación.

Sus pies esquívanme violentos
tan sólo soy un charco
pederasta de los invertebrados ,
asquerosos residentes
como el muchacho torpe y desdichado
que sentóse en mí
empapándome los poros
con mugrientas huellas de mujer.


[Miguel Parra]
[Algún día de 2005, si mal no recuerdo]

La Revuelta

Y vas a desear más, vas a desear tener un cajón lleno de negros con abanico. También te verás en la encrucijada de creerte poderoso y no saber si los demás lo admiten. Darás mil fiestas y copetines a la moda. Necesitarás una caja fuerte. Necesitarás una doña que cocine tus deliciosas elecciones. Necesitarás más: un abrigo importado, un automóvil último modelo, seguridad. ¡¡¡Seguridad!!! Parar creer que el mundo gira a tu alrededor, para cuidar tu pomposo culo repleto de pelos dorados.
Escupirás en el rostro de los jóvenes, harás que ardan los paladines de la justicia, y no hablo de los mamarrachos internacionales sino de aquellos que sangran ternura en cada herida.
Moldearás mentes a tu gusto, reclutarás afines. Uno por uno con papeles perfectamente impresos.
También podrías repartir una pequeña porción, no hace daño a nadie y el carisma es un arma importante. Lo harás. Reirás, nadarás en tu piscina de diamante, cantarás odas al dinero, lavarás tus manos en petróleo.
Contarás cada cobre con minuciosa perversidad, y no me cabe duda, creerás que no es suficiente. Saldrás a la guerra montado en un espléndido corcel de porcelana, con tu espada y tu locura de Quijote a la inversa. Y millones de molinos agacharán la cabeza, es tan triste, lo harán.
Luego te veremos en tu altar de rey, misógino y clasista, portador de la voz única. Con tu globo terráqueo en la mano libre de mentiras nos venderás fronteras y retendrás la carcajada, nos venderás democracia y pensaremos “somos libres”, nos darás cientos de falsos argumentos y festejaremos el campeonato del mundo.
Todo eso tendrás, todo eso tendremos, vos por ahora esperá tu turno, nosotros mientras tanto preparamos la revuelta.


[Miguel Parra]
[Algún día de 2006]


Desprendimiento

Y entonces la horda de mugrientos asalta por sorpresa lo que se erige como un magnífico palacio. Saben muy bien qué propósito los acarrea hacia allí; porque los acarrea, no de otra manera quizá un poco más sutil y amable de nombrarla. Marchan a fuerza de un impulso vital más poderoso que cualquier otra conciencia y los cánticos se alzan por encima de los pinos, inundando la avenida con feroces amenazas y senderos de ímpetu y convicción. Como una lumbre en la penumbra, como un planta que reluce su nuevo pimpollo después de la sequía.
Frente a ellos, el palacio. Vacío en su contenido, sin presencia, sin porte ni autoridad alguna. Un simple inmueble alejandosé de la alienación, parte de aquel grupo enardecido.
Paso, grito, primer plano una lágrima, tres cuartos perfil, una gota de sangre cayendosé de la escena, un enfrentamiento en cinemascope, un bando fuera de foco.
Los restos en la calle y los sumandos adelante, producto de semilla sobre semilla sobre semilla, rebalsando las teorías estáticas haciendosé dinámicas, cíclicas, movilizantes.
Y a darle palo a los histriónicos a los farsantes a los veletas y a los de antes, a las complejas muecas soberbias de asco, a los demócratas a los autócratas a los burócratas y a los privados, a los negreros a los clasistas racistas xenófobos realistas de un sofisma inadecuado y a las comas y los puntos y los puntoycoma y los espacios. A los signos de interrogación a las dudas y las necesidades y darle rienda suelta a la imaginación a la expresión vitalidad espontaneidad risa amor buenos momentos productividad y ocio, divertimento crítica comunicación y libertad, porque de eso se trata al fin y al cabo.
Va la marcha, va. Hacia el palacio final, el último vestigio de la congoja. ¡Vamos Perro, arranquesé el collar! ¡Tome de una vez lo que es suyo!


[Miguel Parra]
[10-Agosto-2006]


Querida Violette

Hagamos una prueba: pongámonos de cabeza y apoyémonos en una silla, la misma, sin temor a que se caiga. Sin pensarlo detenidamente, acurrucate junto a mí para deslizarnos entre una parva de besos.
Mientras deducís una almohada y justificás una parcela de sábana yo argumento un viaje a Buenos Aires sin siquiera prestar atención a la lluvia allá afuera, allá magenta, allá unicornio perdido.
Recordás un diálogo con tu madre y me acariciás el torax, por acá un lunar y ¡Violette! ¿Cómo es eso que dejás la carrera? Uno de tantos, conviven en perfecta armonía demostrando que en realidad no hace falta un lunar presidente, un lunar diputado ni uno policía o sacerdote.
Lo que pasa es que tengo otros planes, vieja y, de todas formas ¿a quién le importa si abandono o no? Seguramente termine lavando platos o refregando tu mejilla contra la mía, tan apacible, dejando correr el tiempo y disfrutando de esta cama-santuario; un conjunto de minutos gotea a nuestro alrededor, te desabrochás el corpiño sin que te lo pida.
Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve y la voz de un catalán apacigua un atardecer ciclotímico. Prendo un cigarrillo sin razón, solamente por prenderlo y verlo consumirse sin demasiadas contemplaciones. Imagino que el estante nos vigila, que esos libros son pedazos de pan, que Sonny Stitt es una especie de Santiago Feliú y que cada teja de esta casa nos separa un poco más del cielo.
La imagen de dos poemas teniendo sexo es confortante, propone que tal vez haya algo más en el interior de un lapiz, en el camino entre el papel y la retina. De hecho creo que así es. Dos poemas superpuestos, en yuxtaposición.
Acomodás mi brazo sobre tu hombro, la luz fenece, una gota de saliva cae en la mesa de la habitación contígua, la sangre en la manzana y mis encías podridas que tanto te gustan, Violette.
Fiebre sin descanso, calor moreno, piltrafa, cariño de galantes y licores y licores y aguardientes. Confianza; dormís, yo sueño. Aún conservo mi traje marrón gastado por los años, parches en los codos y una camisa a cuadros. Si supieses cuánto te aborrezco, Violette, tan hermosa, figura perfecta y semblante sereno. Ahora que dormís, o pretendés dormir, ya que para ser sinceros no sé cuál de los dos es quien realmente duerme, puedo trazar con mi dedo todo el contorno de tu cuerpo, tu miedo a la soledad, tu vámonos al carajo, tus sonrisas y tus desmanes. Me propongo besarte, levantarme procurando no hacer ningún ruido, tomar mis precauciones y quizá una bufanda. Irme sin nada de chau nos vemos luego.
Lo hago. Me voy. Dejo que la lluvia me golpee sin clemencia. Dejo que las hojas me confíen por dónde debo caminar.
Abandono tu cuerpo sobre el lecho y tambaleo cada dos o tres pasos inseguros, Violette. Otros planes, otros mapas-planisferios, otra ciudad que en realidad es la misma triste y aburrida ciudad. Ahora dormís, ahora girás a tu diestra, ahora sentís el frío de mi lado de la cama, ahora despertás, ahora está bien, vieja, vos sabés que son rayes del momento.
Me alejo por el camino buscando algo, o sin buscar pero intentando o sin avanzar pero qué diablos.


[Miguel Parra]
[08-Junio-2006]

Quinto Orgasmo

V.

El mundo se está yendo al carajo
y vos lo sabés bien.
¿Qué queda para el que nada posee?
¿Qué futuro para el que no admite presente?
¿Cuántas veces puedo cogerte antes de
saberme carne de cañón
de una estructura perversa?
Cinco orgasmos para el Cromo,
cinco huesos para el perro,
cinco grito, cinco lucha, cinco cielo.


[Miguel Parra]
[21-Julio-2006]

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¡Cachengue!