[El alambrado]

De Poemas despertistas a su alcance


I.

Y si me encuentro casualmente con un cerco de Alambre
lo miro directamente a los ojos de encierro cuadriculado,
la angustia se acopla perfecta, enriquecida
porque ningún niño podrá correr-juego-sonrisa
y ningún gato se acostará a ronronear sensualmente con
el cariñoso sol de la media-tarde.


II.

Lo más descarnado, lo a simple vista feroz
y altamente entierro de arbustos y paisajes
aparece inofensivo
para que usted no se entrometa
para que usted no sea ningún coliflor
ni espina dorsal ni mamarracho infantil.
Entonces aguarde un momento
antes de encender su pipa
y, si es tan amable, cambie aquellos lentes de verano
por unos de contacto (con lo circundante).


III.

Usted bien sabe que nada es gratuito
¿y a qué se debe?
¿Acaso usted respira para satisfacer a su patrón?
¿Cuál es el sentido de cobrarle por ladrido a los perros?
Incluso yo bien sé que no existe el sin cargo
¿cómo no saberlo si hasta mis recuerdos he tenido que hipotecar?
En pos de un abogado todas mis travesuras juveniles.


IV.

Pero ha llegado el momento de comentarle, si es que me permite,
que no es bueno para su salud
obligarse a observar el alambrado
sin opción o múltiple-chois,
sin posibilidad de avanzar ni retroceder; sin salida.
Ha llegado el momento de increparlo
¿cuál es el problema con el mamarracho?
¿Por qué la negación automática para con el despiplume?
Entonces me veo también en el compromiso
de instarlo a tomar la pinza y trocketear desenfrenadamente
hasta conseguir inflar los pulmones con oxígeno
y caminar por la senda peatonal
o tal vez brincar una-dos veces.

[Miguel Parra]
[28-Octubre-2006]






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