The Shadow Of Your Smile

La sombra de tu sonrisa está inquieta, no cede ante el avance del humo amargo de aquel cigarro lleno de melancolía y estos poros con sabor a café. Sigo sin enteder qué buscás al mirarme de reojo y si alguna vez tendré oportunidad de comprender algo un poco más profundo que un mañana regreso o un sentate al pie de la cama.
Continúo esforzándome por lograr un gesto trascendental, delimitar un antes y un después, pero el tiempo se me escurre inocente a pesar de tu figura sentada en este bar con las piernas cruzadas y la elegancia a cuestas, gracia de espíritu callejero.
Aún me estremece la forma en que levantás las cejas para advertir al mundo que sonreís y cómo todo el universo se reinventa cuando pronunciás cualquier palabra por más insignificante que ésta sea. El hombre crea al mundo nombrándolo y aquí estamos, esperando que alguien olvide que aquello es una silla, lo otro es un diamante y que yo soy un ser humano. Me dá igual, hay una sombra en tu sonrisa. Hay una melodía que sobrepasa los parámetros de lo que es la sensualidad o el desorden o incluso la artesanía, la demencia o el chocolate con pasas de uva. Se van al carajo y yo observo tu rostro impávido disfrutando de la extraña soledad de estar acompañado, en silencio, simplemente oyendo un saxo tenor.
El espacio se me ocurre finito, tal vez desaparezca al menor contacto con tus hombros o tu espalda, quizá tus muslos firmes. No veo otra salida; todo me resulta ínfimo, ajeno, todo calesita y zoológico. A fin de cuentas ¿es lo mismo estar acá o simple y llanamente no estar? El dilema es que de una u otra forma uno siempre está y todas las acciones contribuyen a incrementar esa condena, vos lo sabés, veo cómo entornás los párpados para mezclarte con la música como si quisieras desaparecer, no existir, desligarte de la responsabilidad de tener un pasado y un presente y un inminente futuro.
Te perdés en tirabuzón y yo trato de seguirte mientras el mozo me ofrece la cuenta y el gordo Marrone se escabulle raudo a derramarse sobre un mingitorio. Te sigo, ya no lamentándome por ser tan huella de colectivo, uniforme escolar; ya no sufriendo mi niñez de ruido compañero ni mi estupidez de mediocre escritor y ginebra cada madrugada.
Me pregunto en qué estarás pensando. Probablemente en nada. Probablemente todas estas elucubraciones no me conduzcan a ninguna parte y tengas razón cuando me decís que lo mejor es que deje de pensar y vuelva a hacerte el amor; probablemente por la mañana, probablemente entre dos frazadas que fueron de tu abuela, probablemente con un par de cortinas ocultándonos del sol, probablemente tan probable y tan alentador entre tanta futilidad.
Hoy veo una sombra en tu sonrisa, un pedacito de a lo mejor estaremos juntos, de ya nada importa, de cerrá los ojos, mañana seguiré aquí.


[Miguel Parra]
[6-Junio-2006]






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