Andá a saber
Suprimir montículo de arena de ocho patas con plumas blancuzcas y picos planos de cualquier arquitecto fascista que se precie cinco pesos y levante tanto mismo con su bigote al descubrir en Irene una muchacha de buen gusto y agradable vista panorámica desde un rascacielos que no hace otra cosa que rascar el cielo aunque de cuando en vez tenga la costumbre de acariciarse el ombligo del mundo que no soy yo ni vos claro está y no parezco serlo ni ser lombriz ni ser pajarraco para armar una cadena que algún salame deberá utilizar para atarse a la puerta de su amada y quedarse árbol por un rato en el que pienso en Perú en Parque Patricios en una moneda que ya no es el epicentro de absolutamente un pepino para la ensalada y para que te entretengas un rato o leas una revista que más bien queda después de un La Nación y un Clarín Espectáculos porque no pienso ir a espectar ninguno y seguro me esperan en la mesa de la cocina como cada domingo al lado del asado y el cenicero donde otro tira sus restos para olvidarse de que fue carpintero y evitar así hacerle una mesa a un pelagatos que no tiene otra cosa que poner encima de ella más que un cenicero y dos o tres retazos de recuerdos piripipí y la pinacoteca y el pino del patio que ya está un poco vetusto tu abuela y viejos son los trapos querido Emiliano te escribo para contarte que por acá estamos todos mal y que sos un reverendo hijo de puta igual que el malparido de tu primo Gabriel el Solitario ni que hablar del llanero o el tragamonedas si cuando queremos jugar al metegol la palanquita anda como el orto y cae una hoja y un gato cruza la calle y Derian Passaglia y pasala comilón que no sos Maradona ni en tus sueños con adictas a la heroína gustosas de chuparte la pija e inyectarse veneno mientras tengo deseos de masticar mi mala leche si es que sos capaz de hacerme crema y un chegusán como a mí me gusta la ciudad los edificios las calles ignotas tienen ese noséqué y también ese nosécuánto y la verdad que noséporqué tengo tantas ganas de despertarme un día y no haber escrito nada de esto es decir despertarme y no despertarme ni morirme ni vivirme ni existirme ni ser aquel monigote de los lápices de colores el polen maligno las movilizaciones las revistas los huesos de dinosaurio con su correspondiente delfín enterrado en el patio las muecas las risas las charlas en el medio de la avenida algunos amigos algunas familias un manojo de mujeres detestables y detestantes por no decir detestáblicas una guitarra criolla un libro de cabecera un libro de trasera mañana ayer a lo mejor y andá a saber.
[Miguel Parra]
[03-Agosto-2006]
[Miguel Parra]
[03-Agosto-2006]
¡Cachengue!